7 de cada 10 abogados sufren el síndrome del impostor

La alegría, la ira, la tristeza o la sorpresa son algunas emociones de tantas que sufrimos las personas en nuestro día a día, desde pequeños hasta en nuestra vida adulta.
El miedo es otra de ellas y está estrechamente relacionado con el síndrome del Impostor que sufren muchos profesionales nada más obtener su título. Este síndrome no es nuevo, surgió en 1978 de la mano de las psicólogas estadounidenses Pauline Clance y Suzanne Ime, quienes se dedicaron a estudiar la evolución de las mujeres universitarias observando el mismo patrón constantemente, es decir, una inseguridad injustificada a la hora de realizar su trabajo.
El miedo nos advierte de un posible peligro aunque no siempre es real. Sin embargo, al sentir miedo nos aceleramos y no lo llegamos a ver como un proceso de adaptación sino como algo amenazante.
Si fuéramos capaces de comprender cada una de las emociones que nos suceden a diario solucionaríamos más rápido nuestras crisis personales y profesionales que sufrimos.
Más que rechazar los miedos, debemos pararnos a comprender y ver qué queremos hacer con esa emoción. Es decir, no es malo sentir envidia, rabia, odio o pena. Lo importante es saber qué queremos hacer con esa emoción.
Y, es entonces, cuando aparece el síndrome del Impostor en nuestra carrera profesional. 7 de cada 10 profesionales de la abogacía sufren este síndrome. Esto está relacionado con la duda, la pérdida de autoestima o la desconfianza hacia uno mismo. Podemos tener éxito, infinitud de títulos académicos y en realidad nos sentimos “impostores” ante nuestro cliente o ante nuestro jefe y, peor aún, ante nosotros mismos.
Los profesionales del sector, no solo jóvenes, empiezan a sentirse cuestionados e interrogados por los clientes, instituciones, en el juzgado, etc… Al final, se plantean si son válidos o no para realizar su trabajo sin saber el daño que esto les supone.
¿Cómo podemos reconocer el síndrome del Impostor?
Lo primero que debes saber es que el síndrome del impostor lo padecen personas de alto rendimiento, siendo mucho más habitual encontrarlo en mujeres que en hombres. Cerca de un 90% de los jóvenes de entre 25-34 años se sienten identificados con este síndrome.
El profesional del sector jurídico ha tenido alguna vez algunos de estos síntomas: miedo al fracaso en juicio, diálogo interno negativo (qué pensará mi cliente; qué pensarán mis colegas de despacho, qué pensará su señoría o el letrado de la otra parte); detenerse en los errores pasados (como aquel juicio no lo logré, me irá mal de aquí en lo sucesivo); dudas sobre uno mismo (¿me habré equivocado de profesión?); miedo a ser reconocido como impostor; querer ser perfeccionista en todo (influye, en gran parte, la familia de dónde vengamos y la exigencia ante los logros y éxitos) y tendencia a la exageración.
En Gabinete Patricia Tudó proporciono herramientas para identificar emociones y trabajarlas. Por eso, me gustaría plantearte un test sencillo para que puedas reconocer si te encuentras o no en esta situación:
1. ¿Relacionas el éxito con circunstancias de éxito?
2. ¿Crees que los demás piensan de ti que no eres apto para desempeñar tu trabajo?
3. ¿Tienes miedo de fracasar con cada cliente con el que trabajas?
4. En una vista, ¿temes hacer el ridículo ante su señoría o el letrado de la otra parte?
5. ¿Tiendes a compararte con los demás y piensas que eres inferior al resto?
6. ¿Tienes capacidad de delegar cuando se amontonan los papeles en el despacho o si lo haces, vives con temor al pensar que el resto no lo hará tan bien como tú?
7. ¿Sigues formándote en distintas disciplinas porque te sientes que no estás preparado todavía para ejercer?
8. ¿Piensas que los logros debes conseguirlos por ti mismo y sin recibir ayuda de nadie?
9. ¿Necesitas recibir elogios a nivel profesional?
Ahora te hago la siguiente pregunta: ¿Cuántos “sí” has dicho en total? Si la respuesta a casi todas estas preguntas es “sí” es muy probable que estés padeciendo el síndrome del Impostor. No te preocupes, es algo que tiene remedio con trabajo y entrenamiento.
Claves para superar el síndrome del Impostor
1. Conocer y reconocer. Lo primero que debemos hacer es conocer que nos encontramos ante este síntoma y reconocerlo en nosotros mismos para poder buscar la solución. No es fácil. Por eso, debes ponerte en manos de un profesional, un mentor o entrenador que sepa guiarte a encontrar porqué te sientes mal ante tus propios éxitos e indagar de dónde vienen esos malos pensamientos.
2. Piensa en positivo. Empieza a introducir en tu día a día un lenguaje positivo: “Voy a lograrlo”; “Soy capaz”. No sabes cuán poderosa es tu mente tanto para los lenguajes negativos como positivos. En la medida que te digas a ti mismo que puedes hacer algo, lo harás. Asimismo, todo aquello que te digas que no puedes hacerlo no lo harás.
3. Ojo, no todos piensan en ti. Lo creas o no, no todo el mundo está hablando de ti a tus espaldas a cada rato. Como seres humanos solemos olvidarnos de lo que los demás hacen porque nuestras cosas suelen ser más importantes. Cuando somos “impostores” tendemos a complacer a los demás todo el tiempo y aquí. Si buscas complacer a alguien, que sea solo a ti.
4. Humildad, que no miedo. No debes sentirte abrumado por tus logros y éxitos en el trabajo ni mucho menos restarle valor. Lo importante y saludable es encontrar un equilibrio entre la humildad y el miedo sin caer en excesos de ningún tipo.
5. ¿Celebras tus éxitos? Aunque te guste ser humilde, debes reconocerte tus logros.
6. Evita las comparaciones. No estamos toda la vida compitiendo. Cuanto más te compares más verás tus “falsas debilidades” creándote, además, más inseguridad.
En Gabinete Tudó trabajamos los miedos, los fracasos y el perfeccionismo fruto del síndrome del Impostor específicos del sector legal que hacen que te acabes sintiendo un fraude.
Si sientes que este síndrome empieza a afectar tu vida laboral o familiar, es entonces cuando hay que pararse a trabajar el problema y ver por qué se origina para buscar la solución.
Artículo publicado en Economist & Jurist